La palabra es lo más importante que tenemos, lo más nuestro, lo que podemos ofrecerle a los demás. (Luis García Montero, Lecciones de Poesía para niños y niñas inquietos)
La historia que hoy nos ocupa nació para “desbloquear” los pensamientos, las ideas de un grupo, maravilloso que tuve como tutora. Era un grupo numeroso y lleno de talentos: dibujaban, bailaban, recitaban, cantaban, actuaban… y escribían.
El colegio convocó un concurso de cuentos con motivo del Día del Libro. Tenían que escribir un relato basándose en algún título del gran Roald Dhal. Me decían que no sabían cómo empezar, que les costaba trabajo o simplemente que no tenían ideas. Escucharlos me entristeció y decidí escribir algo que les sirviese como inspiración o modelo y al mismo tiempo, los animase a sacar esas palabras para ofrecerlas a los demás. Y funcionó, durante algunos recreos, nacieron y se escribieron relatos ayudándose de los “dados mágicos” y del binomio fantástico de Rodari. Como decía John Ruskin: “Educar a un niño no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía”.
Meses más tarde, con algunos cambios, La fábrica de sueños de 4º se convirtió en mi regalo -palabras- por esos tres maravillosos cursos a su lado.
Para ver «La fábrica de sueños de 4º»